De los primeros pobladores a la misteriosa Tartessos
Cuando viajamos por Andalucía, a veces no somos del todo conscientes de lo que pisamos. Cada rincón, cada colina, cada río, ha sido testigo de civilizaciones que no solo pasaron, sino que echaron raíces y transformaron la tierra, aportando saberes, estilos de vida, y formas de ver el mundo que siguen vivas —aunque a veces camufladas— en nuestro día a día. Desde los primeros asentamientos del Neolítico hasta los ecos de Tartessos, lo que hoy somos como andaluces es un tapiz tejido con muchas manos y muchas culturas.
Neolítico y Calcolítico: las primeras huellas
Andalucía fue uno de los primeros lugares de la península en adoptar una vida sedentaria, gracias a sus fértiles tierras y su clima amable. De esa época ancestral nos quedan joyas como los Dólmenes de Antequera, declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO. Allí, Menga, Viera y El Romeral nos hablan de una relación con la tierra profundamente espiritual, de comunidades organizadas y de una arquitectura megalítica que impresiona por su escala y precisión.
Visitar los dólmenes es mucho más que ver un monumento: es caminar donde caminaron los primeros pobladores andaluces. Y si se acompaña con una experiencia gastronómica basada en productos autóctonos, como las rutas por los pueblos blancos de Málaga o un almuerzo en una finca ecológica cercana, la inmersión es total.
Tartessos: mito y metalurgia
Avanzamos unos milenios y llegamos a una de las civilizaciones más enigmáticas de nuestra historia: Tartessos, la Atlántida del sur. Desarrollada en las marismas del Guadalquivir y zonas de Huelva, Cádiz y Sevilla, fue una cultura rica en metales, muy avanzada en el comercio y con una relación directa con civilizaciones como los fenicios.
¿Y cómo conocer Tartessos hoy? Una buena opción es hacer un recorrido que incluya el Museo Arqueológico de Sevilla, donde se conserva el famoso Tesoro de El Carambolo, o visitar enclaves tartésicos como el yacimiento del Turuñuelo, en la frontera con Extremadura. Una ruta por la campiña sevillana permite descubrir no solo restos arqueológicos, sino también paisajes que poco han cambiado desde aquellos tiempos.
Combinando este viaje con experiencias talleres de cerámica con técnicas milenarias, se puede revivir el esplendor perdido de esta cultura tan influyente como desconocida.
Los fenicios: comerciantes y navegantes
Los fenicios llegaron desde Oriente Medio hace unos 3.000 años, y su influencia se dejó sentir especialmente en la costa. Fundaron Gadir, la actual Cádiz, considerada la ciudad más antigua de Occidente. Aportaron conocimientos de navegación, nuevas formas de comercio, la escritura alfabética y su cosmovisión plural.
En Cádiz aún pueden verse restos de su paso, como el Teatro Romano —construido más tarde, pero sobre estructuras anteriores— o la Necrópolis fenicia de Trayamar (cerca de Algarrobo, en Málaga). En este tramo de costa malagueña puedes seguir rutas que combinan arqueología con gastronomía marina y vinos dulces, perfectas para descubrir el mar como lo entendían los antiguos.
En la segunda parte, viajaremos con los romanos por la Bética, viviremos la transformación visigoda, el esplendor de Al-Ándalus con los omeyas, almorávides, almohades y nazaríes, y llegaremos a la conquista cristiana y sus consecuencias culturales y sociales. Una historia de mestizaje, legado y belleza que aún hoy sigue construyendo nuestra identidad.